lunes, julio 16, 2012

Paranoia

Hace muchos años ya me reconocí por primera vez como una persona paranoica. Y, francamente, mi opinión no ha cambiado mucho. Sé que poca gente leerá esto, no es para menos, considerando el tiempo que llevo sin escribir absolutamente nada... pero bueno, nunca pretendí escribir para otros, sino dejar un regsitro para mi persona.
Hace poco discutíamos con una muy buena amiga mía sobre las aventuras y desventuras que hemos tenido como docentes en un país en que no es una ocupación demasiado valorada... y fue a raíz eso, además de algunas otras cosas que he leído, conversado y escuchado que decidí volver a escribir, principalmente para hacer una especie de monólogo y relacionar lo mejor que pueda todas mis ideas al respecto.
En estos días (al igual que desde hace... al menos 10 años) se viene conversando sobre la mala calidad de la educación en el país: de los malos resultados que los alumnos obtienen en las pruebas internacionales, en lo mal preparados que están para enfrentar la educación superior, en la desigualdad de los resultados obtenidos por los alumnos pertenecientes a estratos sociales diferentes, en lo caras que resultan las carreras unviersitarias, en fin... en una gran cantidad de evidencia, de datos.
Por supuesto, también se han buscado culpables, en una especie de cacería de brujas que no ha mostrado misericordia alguna. Los miembros de los partidos políticos se culpan mutuamente, dando argumentos sobre lo "histórico" del caso, los periodistas median la opinión pública, haciendo responsables a los profesores, los que a su vez se escudan reclamando en contra de los directivos, apoderados e incluso los propios alumnos. Los mismos alumnos alegan que "el colegio no me da las herramientas necesarias"... y ante todo esto, yo, como docente, mantengo mi postura de que el colegio, tal como lo consideramos hoy, es perfectamente inútil (con el consecuente desmayo y estupor de mis colegas).
Los culpables, creo yo, somos todos. Como sociedad, hemos permitido que se genere un ambiente que no permite que los niños y adolescentes se desarrollen para ser seres humanos funcionales y, sobre todo, felices.
No culpemos a otros, porque además de cobarde y ridículo, no logramos nada ¡este país lleva años de culpabilidad a cuestas! ¿y qué hemos logrado? odio, postergación, incapacidad para trabajar en equipo y discusiones bizantinas sobre lo que hiciste y dejaste de hacer. Tenemos claro que el asunto no funciona, el problema es que nos estamos quedando en medios, y no logramos ver la meta. Las famosas pruebas internacionales, la entrada a la unviersidad, etc, etc, etc... no son más que medios que deberían permitir a nuestros niños tener una vida plena. ¿Qué importancia puede tener un número frente a la felicidad de un ser humano? ¿qué ley dicta que una persona puede o no ser feliz en función de mediciones de factores que arbitrariamente hemos decidido que son válidos y necesarios?
La meta debería ser que nuestros niños, nuestros adolescentes, salieran del sistema escolar pudiendo valerse por sí mismos, como personas que viven en una sociedad. Deberían ser capaces de tomar decisiones informadas y responsables, de hacerse cargo de sus propias vidas... y en cambio ¿qué tenemos? muchachos que están tan perdidos como los adultos respecto a qué es la vida y qué buscamos de ella. Porque no nos engañemos, hay tantísimas cosas en nuestra sociedad que muestran nuestros valores escondidos: por ejemplo, valoramos menos el trabajo de quienes cuidan a nuestros niños (las empleadas domésticas, profesores, parvularios y personal paradocente) que el de los que nos entretienen (actores, famosillos de diversa calaña)... y lo vemos reflejado en los sueldos, aunque nuestras bocas proclamen algo diferente. Damos valor a la gente en función de lo que hace, por sobre lo que es. De hecho, nuestro propio lenguaje nos delata... al presentarnos, nos definimos como lo que hacemos ¿y es eso todo lo que somos? ¿Dónde quedaron SIGLOS de antropología y filosofía?

¿En qué momento fue que decidimos que había que vivir para cumplir con una serie de cosas antes de volvernos tan viejos que no podríamos más que babear? ¿Cuándo empezamos a confundir los medios con nuestros fines? ¿Cuándo dejamos de aprender de los demás y nos volvimos unos idiotas soberbios? ¿Quién decidió qué valores nos guiarían?
Mi madre, una de las mujeres más sabias que conozco, achaca estos problemas a la ignorancia. En mi caso, no sé si sea sólo ignorancia o una mezcla entre ella y la mezquindad, mezclada con soberbia y con una enorme incapacidad para hacer una autoevaluación. Un ejemplo, quizás algo tonto, es que una de las que consideramos de las mejores escuelas de profesores en este país entrega a los docentes en formación el discurso de "La educación es de mala calidad ya que los profesores tienen conocimientos atrasados y son malos profesionales". Ante lo cual, la verdad es que me asombra la patudez de estas personas. Gran parte de los profesores en el sistema han pasado directa o indirectamente por sus manos, entonces no me queda más que pensar son ellos mismos los que forman profesionales defiicentes. Es verdad que hay profesores que no son buenos, pero la gran mayoría cumple con su trabajo, y es más, cumple con lo que se espera de ellos: que hagan de su vida una especie de apostolado, y que este trabajo los defina. Cosa que me parece injusta, por decir lo menos... en muchos casos, a los docentes se les da una carga de trabajo por la cual no se les paga: la preparación de buena parte del material, la corrección de las evaluaciones y otras tareas no se realizan en el horario de trabajo, sino fuera de éste. Si además sumamos a ello que los sueldos son bastante deficientes, no es de extrañar que muchos de ellos decidan estancarse y hacer lo mínimo. No esforzarse... total ¿para qué? si no hay formas de reconocimiento, de mejora del sueldo ni de las condiciones... nada. Y así, con esa actitud mediocre, pretendemos formar a personas creativas, críticas y que hagan avanzar este país.
Me gustaría, si alguien lee todo esto, hacer un llamado a ponernos las pilas, cada uno con lo que puede. Con un buen trato a los demás, con un trabajo bien hecho... con un sueldo digno, con programas decentes en la TV, con buenas formas para con los demás, con respeto, con inteligencia... formándonos como personas y profesionales día a día... y así, quizás, lograremos que nuestros nietos vivan en un lugar en que serán felices, y donde un diploma sea un motivo de orgullo, o un lindo recuerdo... y no una etiqueta.

(PD: Guau. 2 años sin escribir... y termino volviendo a mis raíces, escribiendo cosas que no tienen tanto sentido, guardándome otras tantas... y aún, sin capacidad de síntesis.)